jueves, 10 de junio de 2010

EL AUTO (cuento narrado el 1 de junio)


El auto

Julio César Castro

El que supo comprar auto fue Saltarín Bostezo.
Mejor dicho, lo compró la mujer, porque el no tenía visto auto ni en foto.
Una mañana se levantó y le dijo:
- Anoche soñé con auto y que salíamos a pasear en auto, así que tenemos que comprar
auto . ¿Me oíste che?

Sin decir palabra Saltarín Bostezo, agarró una madera, un tarro de pintura, un pincel y puso “ Se compra auto de cualquier marca y pelaje, tocar timbre”
En el rancho no había timbre, pero el puso tocar timbre pa que la gente buscando el timbre no lo molestara queriendole vender un auto. .
Pero un abombao de los que nunca faltan dentró al rancho, a preguntar donde quedaba el timbre, se encontró con la mujer...y le dijo que tenía a auto pa vender.
- ¿Cuantas puertas tiene?
- Cuatro.
- No me sirve, yo preciso nada más que dos, Una pa subir, otra pa bajar.
- Pero doña, las otras dos van de yapa. Las pone en el chiquero de los chanchos, no se le escapa ninguno, los chanchos no salen por puerta de auto.

Así fue como Saltarín Bostezo se hizo dueño de un auto.
Cuando llegó al rancho le preguntó a su mujer.
-¿Y eso que está ahí en la puerta que es chei ?
- Auto, ¿no ves la ruedas? Ahora somos gente de auto, así que fijate bien a quien saludás porque con auto no se puede estar saludando a cualquiera. Me oiste che?
El se quedó mirando el auto, nunca había visto uno. .

Todas las mañanas se levantaba y lo miraba.
De pronto se le ocurrió, fue a la cocina, agarró el mate, la pava, la yerba, la bombilla, y se sentó en el auto. (mostrar como toma mate)
Pero extrañaba el picoteo de los pollos en las patas. No era como estar en el patio, bajo el ciprés.
Empezó a jugar con los botones, los pedales, la palanca, las llaves, hasta que de pronto el auto sale como chijeta por los campos, atropellando vacas, avestruces, bichos de luz, bichos colorados.
Le pasó tan ligerito a una lechera que ni la vaca tuvo tiempo de darse cuenta de que se trataba, “Me habrá parecido” pensó y siguió pastando.
Pasó entre dos toros tan justito que si el auto tiene una mano más de pintura se lo rayan las guampas.
Ahhh. al agarrar la zona del campo arado, como rebotaba! cabeza en techo, culo en asiento, cabeza en techo, culo en asiento.
De pronto se acordó de que tenía tres pedales y apretó el más chiquitito, ahh, ya no veía ni los campos.

Mientras tanto en el boliche El Resorte estaba el tape Olmedo, en una mesa al lado de la ventana tomando unos vinos, cuando dijo.
- Allá viene algo, es un auto, y Saltarín Bostezo,
- no sería nada si vinieran separados pero Saltarín viene dentro del auto.
Viene derechiiito para el boliche, como si hubiera tomado puntería.

Rosadito Verdoso, sin saber que hacer, corría de un lau pa el otro. Un grupo de parroquianos, que no iban nunca, creyeron que era costumbre de la casa, y empezaron a correr también entre las mesas.
Alguien dijo, - Hay que tomar alguna medida, y tomaron la medida de la puerta.
El tape Olmedo dijo: Por acá no dentraría si vendría despacito, pero a la velocida que viene...no se.
- No es que quiera meterle miedo a naides, pero yo me voy.
Salió afuera, y vio el auto que venía haciendo eses, enseguida dentró,
- No es que quiera meterle miedo a naides, pero afuera la cosa está pior.

Rosadito Verdoso dijo que lo mejor era salir y reventarle unos higos en el radiador.
El pardo Santiago dijo que mucho mejor era tirarle tachuelas por delante, cosa que pinchara.
La Duvija dijo que lo mejor era levantar una paré de ladrillo a la vista, pero no prosperó.
Tatequieto Sordina estaba diciendo que era la última vez que paraba en ese boliche cuando se escuchó un ruido enorme, Splashhh (Todos se tapan los ojos y agachan la cabeza.) miraron hacia ajuera y vieron el Ombú, y arriba colgadito, Saltarín Bostezo... y el auto también.

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